A inicios de febrero de 2020, la situación de la “nueva normalidad” dada por la pandemia reveló la gran informalidad y precariedad laboral de diversas trabajadoras del hogar. Dentro de las empleadas de este rubro, se registró- de forma alarmante- que de las 180 mil aseguradas antes de febrero del 2020, solo quedaban 33 mil formales a mediados del año pasado (Lengua, 2021). Actualmente, habiendo sufrido el país una pandemia de la magnitud de la COVID-19, ¿cuáles son las condiciones que experimentan las miles de trabajadoras y trabajadores del hogar en el Perú? Acorde a la Encuesta Nacional de Hogares sobre Condiciones de Vida y Pobreza, en el Perú, al 2020 habían 244 mil 726 personas trabajadoras del hogar, de las cuales más de un 90% son mujeres que ejercen en condiciones continuas de informalidad. (Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, 2021).
En el presente artículo, se busca revisar la situación económica y social que vive gran parte de las personas trabajadoras del hogar. Asimismo, se analizarán las condiciones legales actuales en las que se ejerce el trabajo doméstico en el Perú y su repercusión en relación con sus empleadores. A partir del punto anterior, deseamos revisar las condiciones mínimas de trabajo y las soluciones que se pueden ofrecer ante tratos que las incumplan de acuerdo con la ley Nº 31047.
Comprender la situación de las trabajadoras del hogar es revisar la estigmatización que recibe este sector laboral desde factores históricos y sociales. Desde hace muchos siglos, el trabajo doméstico se ha contemplado como uno esencialmente delegable a las mujeres, por razones pensadas como “inherentes” al ser femenino, en contraposición a lo masculino. Así, el trabajar desde el hogar, y para cuestiones relacionadas al aseo y atención de otros, no se consideraba como una labor en sí, sino como un deber básico de las mujeres, desde una sociedad machista (Beltrán, 2003).
De esta atingencia hegemónica, la experiencia de diversos países en Latinoamérica, y no solo Perú, pueden confirmar que la mayoría del trabajo doméstico fue realizado desde la colonia por mujeres y poblaciones vulnerables, como la afrodescendiente y las poblaciones indígenas (Defensoría del Pueblo, 2012; Cossani & Salvador, 2020; Kajjat, 2019). Es necesario resaltar que, en diversas ocasiones, esta falta de reconocimiento implica explotación laboral, tratos indignos y despojo del mínimo existencial, es decir, las condiciones materiales para vivir de forma íntegra.
Ahora, ¿a qué se enfrentan las trabajadoras del hogar? En primer lugar, desprendido del menosprecio a las actividades domésticas, existen aún trabajadoras que luchan contra sueldos precarios. Hasta hace menos de dos años, el pago de este sector laboral se determinaba por acuerdo entre las partes, lo que podía condicionar a la parte contratante a emplear a un trabajador o trabajadora doméstica sin contemplar el sueldo mínimo común a otros oficios. Esto cambió recientemente, con la ley Nº 31047, como se puede ver en el art. 6, que considera el salario mínimo expresamente como una obligación del contratante: “El monto de la remuneración de la persona trabajadora del hogar será establecido por acuerdo libre de las partes, pero no podrá ser inferior a la remuneración mínima vital (RMV) por jornada completa de ocho (8) horas diarias o cuarenta y ocho (48) horas semanales” (énfasis agregado).
En segundo lugar, persisten las dinámicas del trabajo forzoso y explotación infantil dentro de este. Como menciona una de las voceras de Fentrahogar, Paulina Luza, las víctimas, por lo general, son captadas mediante engaños y/o falsas ofertas de trabajo. Otra cuestión crítica que se desprende de este problema, es el hecho de que en ocasiones son los propios familiares de las víctimas los que participan en estos acuerdos y explotaciones a derechos básicos (El Peruano, 2021). En este sentido, es imperativo concientizar sobre las condiciones en que las menores de edad se ven expuestas a realizar este trabajo forzoso.
En tercer lugar, aparte de las condiciones de informalidad en el sueldo y espacio de trabajo, las empleadas del hogar suelen sufrir tipos de discriminación asociados a su condición económica, grado de estudios, color de piel, entre otros factores. Así, a nivel de sindicatos, las trabajadoras del hogar luchan frente a dos problemas esenciales: la persistencia de las relaciones serviles en el trabajo del hogar y las falencias del marco legal que permiten la continuidad de tales vulneraciones (Calderín & Rosadio, 2020).
Entonces, ¿qué hacer frente a esta problemática precariedad laboral? Una de las vías es facilitar el acceso al conocimiento sobre los derechos laborales que tiene toda trabajadora del hogar. Así, cabe mencionar algunas de las protecciones legales que gozan las trabajadoras de este sector. Primeramente, en consonancia con la Ley 31047, si el empleador no inscribe, efectivamente, a la trabajadora dentro de los tres días hábiles en que celebran el contrato- que debe ser escrito-, se considera que no existe ningún vínculo laboral. Segundo, acorde con Zuta (2020), el Convenio 189 de la OIT refleja protecciones importantes a la trabajadora o el trabajador del hogar: pago de gratificaciones, pago de CTS en proporción al sueldo acordado mensualmente, entre otros.
En referencia a lo anterior, habrá instrumentos legales para garantizar el bienestar de las personas que se sustentan mediante este trabajo, y evitar abusos de parte de los contratantes. En este sentido, de violarse alguna formalidad en el contrato. Finalmente, respecto de los tratos discriminatorios, el art. 16 de la Ley de Trabajadoras del hogar señala que estas no se ven obligadas a emplear un uniforme en espacios que se presenten fuera del trabajo doméstico. Es decir, existe una prohibición de discriminación en cuanto solo desde el centro del trabajo, objetivamente, se puede exigir el empleo de uniforme a quienes realicen trabajo doméstico.
A modo de conclusión, si bien es cierto que aún persiste la informalidad en el trabajo doméstico, la normativa legal procura reivindicar este mediante la regulación de la remuneración mínima vital, condiciones de trabajo y límites a los empleadores sobre cómo desean que se regulen estas. Empero, cabe recordar que todavía hacen falta medidas políticas concretas para evitar el trabajo infantil que se ejerce en este sector, así como un proceso de fiscalización eficaz que prevenga incumplimientos de las normas legales. En suma, Perú se encuentra en un proceso de evolución constante respecto a la atención a las trabajadoras del hogar y su lucha por un trabajo respetado y que cubra adecuadamente necesidades básicas.
-Alejandra Cáceres, Qhumanta
Bibliografía
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Calderón, A., Silva, I., & Rosadio, L. (2020). ¡Primeras en organizarse, últimas en la academia! Una aproximación bibliográfica a los sindicatos de trabajadoras del hogar en el Perú. La Colmena, (13), 18-29. Recuperado a partir de https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/lacolmena/article/view/23439
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